Todo lo que necesitas en la vida es una buena aventura. Que el corazón te haga polvo el pecho de lo rápido que esté latiendo.
Disfrutar de cada hora, cada minuto, cada segundo, cada encuentro puede ser tu último encuentro, o quizá esa persona está destinada a ser alguien importante en tu propia historia. No lo desaproveches. Y si te apetece, coge tus cosas, vete al aeropuerto, y márchate a donde te apetezca. No pienses en la vuelta. Ya habrá tiempo de eso.
El ser humano está hecho para sobrevivir en situaciones extremas, no temas. Piensa solo en el aquí, en el ahora, en lo que estás haciendo ahora mismo. Si piensas en lo que harás en diez minutos, o en cinco, ya estás pensando de más, y seguramente te acabes arrepintiendo de hacer varias cosas por darle tantas vueltas. Sé espontáneo, es la fórmula del riesgo, quien arriesga es el único que puede ganar. Hazlo, si pierdes ya tendrás tiempo de asumirlo. Pero si no lo intentas, estás aceptando la derrota, y eso sí que cuesta más tiempo asumirlo. Con el tiempo que pasas dándole vueltas a “eso que no hice”, podrías estar disfrutando de un maravilloso recuerdo en su lugar.
Aventúrate a lo desconocido, no dejes que tu corazón marque el ritmo de tu vida, sé tú quien le dicte a tu corazón el ritmo que tiene que llevar. Imagina a esa preciosidad que está pasando enfrente tuyo y no te atreves a hablarle, imagínatela en tu cuarto, contándole que eres tú quien le dice a tu corazón la velocidad a la que tiene que ir, y que ponga la mano sobre él para notarlo. Y que lo note acelerado, y a ella se le acelere. Y no quiero seguir dando detalles, porque todos sabemos como acaba esa escena. Pero lo que no sé es cómo acaba tu vida, así que ¿por qué no empiezas a escribir tu historia? Y que sea original, por favor.
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